La amazona confusa (4/8)

ulises y las sirenas

Escena cuarta

Se abre telón y vemos el trirreme en donde está navegando muellemente LISANDRO, a quien el viaje no le ha sentado muy bien que digamos, y que se encuentra dándole la espalda al público, con los brazos apoyados en la baranda y haciendo ruidos de que está regurgitando. Hace, por el momento, buen tiempo: las velas están tan hinchadas que parecen embarazadas y a punto de parir, y el horizonte se ve luminoso, despejado y esperanzador. Se escucha una música movida y alegre, que incite a la aventura1. Luego salen a la cubierta, abriendo una escotilla, el capitán ÁNTRAX y su grumete NÉSTOR. El capitán ÁNTRAX es un hombre esbelto y respetable de mediana edad que siempre camina con los brazos en la espalda y, aunque la prenda sea anacrónica y él lleve toga, está tocado por un gorro moderno de capitán de barco. El grumete parece ser un mozuelo servicial. Escuchamos, también, cómo las olas se rompen en la proa y los graznidos de las gaviotas. Los remeros de las galeras, a causa del buen viento, han dejado de faenar.

ÁNTRAX: (Respira hondo y exhala.) ¡Oh Poseidón! ¡Qué magnifico clima nos haz dado el día de hoy para este viaje! ¡Si esto sigue así llegaremos en un santiamén a Baratariópolis! ¡Mejor imposible! ¿No te lo parece a ti, querido Néstor?

NÉSTOR: Ciertamente, capitán.

(ÁNTRAX y NÉSTOR caminan hacia la popa. ÁNTRAX pone un pie en la orilla de la popa y, con una mano, hace de visera para que pueda aguzar la vista.)

ÁNTRAX: (Mirando atentamente hacia la izquierda.) Hemos ganado tan buena velocidad, que el puerto de Cretinópolis ya no se puede ver.

NÉSTOR: Debemos estar viajando como a quince nudos, capitán.

ÁNTRAX: Creo que tu tanteo es muy aproximado, Néstor. Sigue así y llegarás a oficial muy pronto.

(ÁNTRAX recupera su posición habitual y camina de un lado a otro a capricho mientras NÉSTOR lo sigue siempre detrás de él.)

ÁNTRAX: ¿Tenemos provisiones?

NÉSTOR: Tenemos de sobra, capitán.

ÁNTRAX: ¿Nuestros remeros tuvieron su ración de sopa?

NÉSTOR: Comen mejor que mi perro, capitán.

ÁNTRAX: ¿Y cómo se encuentran nuestros pasajeros?

NÉSTOR: (Señala hacia donde está LISANDRO.) Contemplando el paisaje, capitán.

ÁNTRAX: (Se acerca a LISANDRO.) ¡Vamos, joven! ¡Es imposible que alguien se enferme cuando tenemos viento en popa! ¡Ánimo! ¡Que en menos de lo que se dice llegaremos hacia nuestro destino! (Y palmea en la espalda a LISANDRO.)

LISANDRO se voltea y se sienta en la cubierta, pero los brazos siguen apoyados en la baranda. Intenta controlar su mareo lo mejor que puede.

LISANDRO: (Muy mareado y desgastado, como si acabara de parir.) Gracias… por darme tan… buenas noticias… capitán Ántrax.

ÁNTRAX: ¡Póngase de pie y aspire el aire fresco! ¡Verá como así recupera pronto la salud! ¡Néstor, ayúdeme a levantar al joven!

NÉSTOR: A la orden, capitán.

LISANDRO: ¿No podrían dejarme… (Aspira.) unos cinco minutitos… (Aspira.) más así?

ÁNTRAX: A la cuenta de tres lo levantamos.

LISANDRO: Así estoy bien… gracias…

ÁNTRAX: ¡Una!

LISANDRO: ¿No tienen un poco de eléboro?

ÁNTRAX: ¡Dos!

LISANDRO: ¿Puedo hacer mi testamento ahora?

ÁNTRAX: ¡Tres! (Entre los dos ayudan a LISANDRO a ponerse de pie. LISANDRO ahora se apoya en los hombros de ÁNTRAX y NÉSTOR.) ¿No se siente mejor ahora?

LISANDRO: (Menea la cabeza antes de contestar.) He vomitado tanto que siento que deseché mi alma como ofrenda a Poseidón.

ÁNTRAX: ¡Ese es el espíritu!

LISANDRO: (Se queda viendo detenidamente hacia el público antes de preguntar.) Esperen… ¿qué isla es aquella que se ve a lo lejos?

ÁNTRAX: Esa, amigo, es la famosa isla de las amazonas.

LISANDRO: (Recupera de improviso la salud y se pone de pie por sí mismo) ¡En serio! ¿Esa es? ¿Me lo jura?

ÁNTRAX: (Ríe.) Ya veo que lo mejoran las historias. Pues déjeme decirle que hace tres años sucedió en esta embarcación un hecho increíble. Uno de los pasajeros, que iba muy bien disfrazado, resultó ser una mujer y saltó por la borda para dirigirse a esa misma isla.

LISANDRO: (Sorprendido.) ¿De verdad? ¿Y era bonita?

ÁNTRAX: (Muy pensativo.) Ahora que usted lo menciona…

LISANDRO: (Emocionado, tanto que empieza a agarrar por la toga al capitán.) ¿No era acaso más que hermosa? ¿No debió acaso lucir como una estatua viviente? ¿No era la representación viva de una diosa?

ÁNTRAX: Bueno, como marinero he visto mujeres hermosas en cada puerto que visito. Pero, ya haciendo memoria…, creo que ella fácilmente estaría presidiendo un ranking top, si usted me entiende.

LISANDRO: (Ríe y actúa un poco loco) ¡Era ella! ¡Ella era! (Saluda hacia el público.) ¡Saludos te manda tu Lisandro, hermosa y nunca olvidada Camila!

ÁNTRAX: (Incrédulo.) ¿Pero acaso usted la conocía?

LISANDRO: (Apenado.) Es algo muy difícil de explicar.

ÁNTRAX: (Ríe) No tiene nada que explicar, muchacho. En fin. ¡Néstor! Trae el lechoncito para el sacrificio.

NÉSTOR: ¡A la orden, capitán! (Y sale del escenario entrando por la escotilla.)

ÁNTRAX: Como responsable de esta embarcación, yo, el capitán Ántrax (saca una daga de su cintillo), tengo la obligación de hacer un sacrificio ritual en loor a Poseidón. Así que, si hay animalistas dentro del público, temo decirles que no hay rembolsos y que tendrán que observar la crueldad pagana en vivo y a todo color. Pueden cerrar los ojos, pero eso no impedirá que escuchen los relinchos de dolor de la bestia. Haré lo posible porque no sufra, pero también es cierto que al dios del mar le encanta el sufrimiento y el derramamiento de sangre. [No sé de qué se sorprenden: sus ancestros preferían sacrificar humanos y comérselos. ¡Cosas de bárbaros!]2 ¡Hay que ser agradecidos con la deidad por este buen tiempo y no podemos demorar un minuto más el sacrificio!

(NÉSTOR abre la escotilla y aparece con un muy tierno lechoncito.)

NÉSTOR: Aquí está el lechoncito: listo para ser inmolado para los dioses, capitán.

ÁNTRAX: (Mirando hacia el cielo y alzando los brazos.) ¡Que sea haga la voluntad de Poseidón! (Sostiene con fuerza la daga y se acerca al lechón pero se detiene. Lo mira con ternura.) ¡Pero qué vil espíritu tiene esta ternurita! (El lechón relincha.) ¡Su inocencia y gracia a conmovido mi corazón! ¡Néstor! ¿No tenemos otro animal que podamos sacrificar?

NÉSTOR: Fue el único animal que nos llevamos, capitán.

ÁNTRAX: ¡Por Héracles! ¡Entonces no hay otra opción! ¡Yo…! (Intenta realizar el sacrificio y cierra los ojos antes de clavar el cuchillo. Pero no puede consumarlo, así que, furioso, tira la daga.) ¡No puedo! ¡No puedo! ¡En más de treinta años de servicio soy incapaz de matar a un lechoncito! ¡Confío en la misericordia de nuestro dios y en que obviará, por esta vez, el debido protocolo de adoración que se le debe! (ÁNTRAX abraza al lechón y lo carga con sus brazos y comienza a mimarlo.)

(LISANDRO se hinca y comienza a llorar.)

ÁNTRAX: ¿Pero que pasa, muchacho? ¿Tanto te conmovió mi compasión y piedad para con el lechón?

LISANDRO: No es eso, capitán. Es que el recuerdo de tiempos más felices ha hecho que ahora esté enfermo de tristeza.

ÁNTRAX: No se diga más. No hay nada que no cure una buena copa de vino. Venga, acompáñenos. (Se van todos por la escotilla. LISANDRO se marcha sin dejar de ver con melancolía, durante su trayecto, hacia el público. Perdemos de vista el barco. El escenario se oscurece de forma ominosa. Se escuchan truenos y relámpagos. Aparece POSEIDÓN furioso y con cara de perro. Lleva un tridente con una mano y una red de pescar con la otra, y como ahora está de moda Aquaman, que su aspecto se asemeje al de él.)

POSEIDÓN, iracundo: ¿Quién ha sido el insensato que no me rindió la debida pleitesía que merezco como deidad todo poderosa de los mares? ¿Qué mal te hice yo, tu padre Poseidón, a quién le debes rendir tributo, sin importar las condiciones? ¿No te fui siempre bondadoso y complaciente y, cuando hacia mal clima, lo atenuaba y dejaba que un arcoíris te indicara el camino a buen puerto? ¡Siente, entonces, el poder de la inmisericorde furia de un dios celoso al que se le negó la sangre de un lechón! ¡Tritón! ¡Ven aquí, muchacho! ¡Que juntos le daremos el debido escarmiento a ese capitán de agua dulce! ¡Tritón! ¡Que vengas te digo, te lo ordena tu señor padre! ¡Tritón! ¿Dónde estará mi muchacho?

(Entra TEZCATLIPOCA por el lado contrario, va jadeando de cansancio, pero, ante POSEIDÓN, se pone en posición de firmes y le regala un saludo marcial. Lleva un bolígrafo en medio de la oreja.)

TEZCATLIPOCA, solícito: ¿Qué es lo que manda su mercé, siñor Putón, digo Plutón, digo Poseidón?

POSEIDÓN: ¿Se puede saber quién es usted y qué hace suplantando a mi hijo?

TEZCATLIPOCA: ¡Soy Tezcatlipoca, alias el señor del espejo humeante, alias el Quetzalcóatl negro, alias el terror de Ecatepec! Y soy parte del programa de intercambio de deidades, ¿quiere que le enseñe mi credencial de becario del FONCA, patrón?

POSEIDÓN: Es tanta mi rabia que pasaré por alto esta contrariedad. ¡Tú, como te llames!

TEZCATLIPOCA: ¿Quihubo, patrón? ¿Todavía que no se aprende asté mi nombre, ‘ora me trata de tú? ¿Dónde está el respeto?

POSEIDÓN: ¡A callar!

TEZCATLIPOCA, indignado: Ya pues…

POSEIDÓN: ¡Corre, ve y dile a mi hermano Zeus que juntos haremos una tempestad como las que tanto nos gustan! ¡Él soltará rayos y centellas, mientras yo enturbiaré y encresparé el mar! ¡Ya verás qué bonito espectáculo les daremos a esos imbéciles!

TEZCATLIPOCA: ¿No quiere que, mejor, les hable a unos carnales de mi barrio que se hacen llamar los tlaloques? ¡Me cai que en un tris tras los desvalijamos de volada a esos culeros, patroncito! ¡Van a soltar hasta los pinches tenis! ¡Se lo juro por esta! (Por estúpido que parezca, besa la señal de la cruz.)

POSEIDÓN, autoritario: ¡Haz lo que se te ordena! ¡Y no demores ni un minuto más!

TEZCATLIPOCA: (Vuelve a ponerse en firmes y a hacer el saludo marcial.) ¡A la orden, patroncito! ¡Daré una vuelta completa al mundo de un chingadazo! (Hace como que se va, pero de inmediato vuelve.) ¿Y en dóndi vive el carnal de su mercé?

POSEIDÓN: ¡Ah, cómo… ! ¡Tú ve al monte Olimpo y pide cita para ver a mi hermano!

TEZCATLIPOCA: (Toma su bolígrafo y saca un bloc de notas de su taparrabos.) ¿Y en que calle queda el monte Olimpo?

POSEIDÓN: Entre los campos Elíseos y el Parnaso. Pasando el doceavo santuario: de referencia está la estatua de Atenea. La residencia no tiene número.

TEZCATLIPOCA: Entendido, patrón. Con eso ya estuvo. (Se va.)

POSEIDÓN: ¡Nadie se escapa de la furia de Poseidón! (El escenario se oscurece poco a poco. POSEIDÓN se irá una vez que todo esté totalmente oscuro. Se comienzan a escuchar los rayos y truenos de una gran tempestad. Cuando vuelva a aparecer el trirreme en el escenario, la iluminación debe ser tenue y azulada para que se resalten los destellos de los rayos. El trirreme es mecido de forma inmisericorde por las olas, tanto que parecerá una de esas atracciones de feria que se balancean de un lado a otro. Aparecen sobre la cubierta LISANDRO, ÁNTRAX y NÉSTOR. LISANDRO se sujeta al palo más alto mientras los demás reciben la tormenta con estoicismo y dignidad.)

ÁNTRAX, arrodillado y suplicando con los brazos extendidos: ¿A qué viene esta repentina tempestad, dioses inmisericordes, después de unas condiciones insuperables y justo cuando ya divisábamos el horizonte de nuestro destino?

NÉSTOR: ¿No ha escuchado, capitán, hablar sobre el cambio climático? ¡Tal vez se trata de eso!

ÁNTRAX: ¡Patrañas de panteístas misántropos! ¡Los dioses sencillamente nos odian!

LISANDRO, cagándose de miedo: ¡Capitán! ¡Tal vez las deidades nos socorran si les rendimos un sacrificio!

ÁNTRAX: ¡Jamás! (Irrumpe un relámpago.) ¡Un marino de verdad desafía todos los obstáculos que se le presenten, aunque sean los mismo dioses los que se interpongan! ¡No daré mi brazo a torcer ni les entregaré a mi cerdito! ¡Rápido! ¡Icen las velas! ¡Que los galeotes se deshagan los brazos remando! ¡Azótenlos si es necesario! (Se escuchan unos latigazos y unos quejidos, algo desganados, de dolor.) ¡Vamos a todo babor! ¡Ahora estribor!

NÉSTOR: ¡Capitán! ¡La colisión contra esa gran roca es inminente! ¡Ninguna maniobra nos salvará!

ÁNTRAX: ¡Como responsable del S.S. “Pequeño Ícaro”, mi embarcación se convertirá en mi propia tumba! ¡Que se haga la voluntad de los dioses! (Se desgarra la toga.)

(Oscuridad total. Luego el reflector apunta su haz de luz solamente a LISANDRO. Se escucha una versión instrumental de “Goodbye, cruel world” de Pink Floyd)

LISANDRO: ¡Creo que se avecina mi fin y, por lo tanto, el de esta obra! ¡Sólo me resta decirle adiós a este mundo cruel, que me negó el amor y la oportunidad de servir a mi padre con eficiencia! ¡Adiós, respetable público! ¡Adiós tablas y una promisoria carrera dramática! ¡Adiós!

(Oscuridad total. Escuchamos una enorme colisión. Se cierra el telón, pero ATENEA aparece para darnos un aviso. La ilumina un reflector.)

ATENEA: ¡Pero qué rápido pierden las esperanzas los mortales! ¡Pero no se preocupen por Lisandro, les aseguro que él estará bien! ¡Aún queda un poco más de obra que representar! Así que, mientras el naufraga, ¿por qué no estiran las piernas un rato y van al bar del teatro a hacer una libación por la salvación de Lisandro? ¡Baco y el gerente del teatro se los agradecerán! ¡Regresamos en breve!3

(Atenea sale metiéndose por el telón.)

1N. del A. Se sugiere algo que suene al bajeo de “Rio” de Duran Duran.

2N. del A. Lo que está en corchetes es opcional.

3N. del A.: Se sugiere que aquí se haga el intermedio.

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